Comparación entre los esqueletos del ser humano y las aves por Pierre Belon en su obra L'Histoire de la nature des oyseaux , uno de los primeros ejemplos de anatomía comparada.
Los humanos han observado a las aves desde el comienzo de los tiempos; algunos dibujos de la Edad de Piedra,
están entre las muestras más antiguas del interés del hombre en las
aves. En esa época las aves quizás fueron una importante fuente de
comida, y los huesos de hasta ochenta especies se han encontrado en
excavaciones de asentamientos de la Edad de Piedra.5
Culturas de todo el mundo tienen ricos vocabularios referidos a las aves.6
Los nombres tradicionales de las aves están a menudo basados en un
conocimiento detallado de su comportamiento, siendo muchos nombres onomatopéyicos, y estando otros muchos todavía en uso.7 El saber popular puede también involucrar el uso de las aves en la medicina tradicional,8 y el conocimiento de estas prácticas son transmitidas como tradición oral.910
La caza de aves silvestres, así como su domesticación también debe
haber requerido un considerable conocimiento de sus hábitos. La cría de aves de corral y la cetrería
se han practicado desde tiempos pretéritos en muchas partes del mundo.
La incubación artificial de aves de corral se practicaba en China hacia
el 246 a. C. y en Egipto en torno al 400 a. C.11 Los egipcios también representaron a las aves en sus jeroglíficos, muchos de los cuales, aunque simplificados, permiten la identificación de la especie.
Los primeros registros escritos proveen una valiosa información sobre
las antiguas distribuciones de las especies. Por ejemplo, los escritos
de Jenofonte mencionan la abundancia de avestruces en Asiria;12 esta subespecie de Asia menor
está extinta, y la distribución del avestruz restringida a África.
Otros antiguos escritos contienen cuidadosas y detalladas descripciones
de la vida de las aves, como en los Vedas (1500-800 a. C.) donde se incluye la primera referencia a parasitismo de puesta, por parte del koel común (Eudynamys scolopacea).13
Al igual que en la literatura, en las pinturas de las antiguas
civilizaciones de China, Japón, Persia e India también se demuestra un
gran conocimiento de las aves, con detalladas y muy precisas
ilustraciones de diferentes especies.14 Aristóteles en el 350 a. C. en su obra Historia Animalium15 escribió sobre los hábitos de la migración de las aves, su muda, incubación y duración de sus vidas. El, sin embargo, introdujo y propago numerosos mitos, como la idea de que las golondrinashibernaban a pesar de que había notado que las grullas comunes
migraban desde la estepas de Escitia hacia la desembocadura del Nilo.
La idea de la hibernación de las golondrinas llegó a estar tan bien
establecida, que en 1878, Elliott Coues,
pudo listar hasta 182 publicaciones de ese momento que daban por
supuesto la hibernación de las golondrinas, mientras que muy pocas
publicaban evidencias que contradijeran la teoría.1617 Parecidos errores existieron en lo referente a la cría de la barnacla cariblanca. Sus nidos no habían sido vistos nunca y se creó que crecían por la transformación de los crustáceos del orden Pedunculata, una idea que se convirtió en frecuente en tono al siglo XI, y mencionada por el obispo Giraldus Su comparación
entre el esqueleto de los humanos y de las aves es considerada un hito
en la evolución de la anatomía comparada.20Volcher Coiter
(1534-1576), un anatomista holandés, hizo estudios detallados de la
estructura interna de las aves y realizó una clasificación de las aves, De Diferentiis Avium (en torno a 1572), que se basaba en criterios de estructura y hábitos.21Konrad Gesner escribió las obras Vogelbuch e Icones avium omnium alrededor de 1557. Como Gesner, Ulisse Aldrovandi,
un naturalista, publicó entre 1599 y 1603 una obra de 14 volúmenes
sobre historia natural, de los que tres de ellos eran sobre aves. Su Ornithologiae sola tiene más de 2.000 páginas e incluye aspectos como la cría de gallinas y otras aves de corral.2223 La obra de William TurnerHistoria Avium ("Historia de las Aves") publicada en Colonia en 1544 fue uno de los primeros trabajos ornitológicos ingleses. Advirtió lo frecuente de los milanos reales
en las ciudades inglesas, donde arrebataban la comida de las manos de
los niños.
En el siglo XVI Francis Willughby (1635-1672) y John Ray
(1627-1705) realizaron los primeros grandes sistemas de clasificación
de las aves basadas en sus funciones y morfología en vez de su forma o
comportamiento. Ornithologiae libri tres (1676) de Willughby y
completada por Ray, se considera en ocasiones el comienzo de la
ornitología científica. Ray también publicó otra obra, Ornithologia, que fue publicada póstumamente en 1713 bajo el nombre de Synopsis methodica avium et piscium.24 La primera lista de aves inglesas, Pinax Rerum Naturalium Britannicarum, fue escrita por Christopher Merrett en 1667, sin embargo para muchos (incluyendo a Ray) no tenía mucho valor. 25
Hacia el final del siglo XVIII, Mathurin Jacques Brisson (1723-1806) y Georges Louis Leclerc (1707-1788) realizaron nuevos trabajos sobre aves. Brssion publicó una obra, Ornithologie, de seis volúmenes en 1760 y Leclerc incluyó nueve volúmenes sobre aves (Histoire naturelle des oiseaux (1770-1785)) en su trabajo Histoire naturelle générale et particulière (1749-1804). Coenraad Jacob Temminck (1778 - 1858) patrocinó a François Le Vaillant (1753-1824) para que recolectara especímenes de aves en África, lo que al final resultó en la publicación de Histoire naturelle des oiseaux d'Afrique (1796-1808), de seis volúmenes de Le Vaillant. Louis Jean Pierre Vieillot (1748-1831) pasó diez años estudiando las aves norteamericanas y escribió la Histoire naturelle des oiseaux de l'Amerique septentrionale. Vieillot fue pionero en el uso de la historia natural y los hábitos en la clasificación.26
Ornitología
La ciencia de la ornitología tiene una larga historia, y el estudio de
las aves ha ayudado a desarrollar numerosos conceptos claves en
evolución, comportamiento y ecología, como los de especie; procesos de especiación; instinto; aprendizaje; nicho ecológico; biogeografía insular; filogeografía; y conservación.2
Mientras que en sus comienzos la ornitología se ocupaba principalmente
de la descripción y distribución de las especies, los ornitólogos de hoy
en día buscan respuestas a cuestiones muy específicas, a menudo usando a
las aves como modelos para probar hipótesis o predicciones basadas en
teorías. La mayor parte de las teoría biológicas modernas se aplican
indiferentemente entre los distintos grupos taxonómicos, y por lo tanto
el número de científicos profesionales que se identifican a si mismos
como ornitólogos se ha reducido.3 El abanico de herramientas y técnicas que se usan en la ornitología es muy amplio, y constantemente se realizan innovaciones.4
Descubre las aves de la Patagonia en el Museo de Ciencias Naturales
El centro del CSIC inaugura una muestra de pinturas realizadas por Ramón Auzmendi
CULTURA CIENTÍFICA. 18/02/2015
El Museo Nacional de Ciencias Naturales del CSIC inaugura el miércoles 18 de febrero, a las 12:00, la exposición ‘Aves de la Patagonia’. La muestra presenta una selección de tintas y acuarelas inspiradas en la estancia del artista Ramón Auzmendi Sánchez en distintos parques y reservas naturales del extremo sur del continente americano.
Auzmendi ha recorrido, lápiz y cuaderno en mano, una buena parte de
este territorio, registrando la diversidad y belleza de las aves que
pueblan las grandes estepas desde San Carlos de Bariloche hasta
Península Valdés.
La Patagonia alberga una inmensa riqueza faunística.
Solo la isla de los Pájaros acoge una gran variedad de especies, pero
el territorio entero, con un 12% de él incluido en los inventarios de
áreas de importancia internacional, acoge especies autóctonas y escasas del continente como el águila coronada, la bandurria, el carpintero patagónico o el macá tobiano.
El término ciencias sociales es una denominación genérica para aquellas disciplinas o campos del saber que reclaman para sí mismas la condición de ciencias, que analizan y tratan distintos aspectos de los grupos sociales y de los seres humanos en sociedad,
y se ocupan tanto de sus manifestaciones materiales como de las
inmateriales. Otras denominaciones confluyentes o diferenciadas, según
la intención de quien las utiliza, son las de ciencias humanas, humanidades o letras (términos que se diferencian por distintas consideraciones epistemológicas y metodológicas).1 También se utilizan distintas combinaciones de esos términos, como la de ciencias humanas y sociales.
Las ciencias sociales estudian el origen del comportamiento individual y
colectivo buscando descubrir las leyes sociales que las determinan y
que se expresan en el conjunto de las instituciones y sociedades
humanas.
En la clasificación de las ciencias, se las distingue de las ciencias naturales y de las ciencias formales. Tratan el comportamiento y las actividades de los humanos, generalmente no estudiados en las ciencias naturales.
Caracterización de las ciencias sociales
Las ciencias sociales presentan problemas metodológicos propios que no aparecen en las ciencias naturales.
Dentro de las ciencias naturales existe poca discusión sobre qué
constituye una ciencia natural y qué no. Sin embargo, en ciencias
sociales históricamente ha existido mayor discusión sobre qué constituye
genuinamente una ciencia social y qué no. De hecho, algunos estudios o
disciplinas sociales, si bien involucran razonamientos y discusión
racional, no se consideran propiamente ciencias sociales.
Ciencia social frente a estudios sociales
Para ser concretos, una ciencia se define a grandes rasgos por la metodología científica que utiliza, que son dos: la inductiva y la deductiva. El método inductivo mixto es la metodología empleada por las ciencias sociales y naturales, y el método deductivo puro es propio de las matemáticas. En relación con este criterio, sólo la filosofía y la teología forman parte del listado de las humanidades. Por el contrario, un estudio puede basarse en razonamientos y observación aunque no se ajuste estrictamente al método científico, y aún así puede ser de interés.
Muchas de las disciplinas científicas sociales han tenido discusiones epistemológicas respecto a qué es una ciencia. En sus inicios se tomó como modelo de una ciencia a la física
y a las demás ciencias naturales experimentales. Sin embargo, con el
tiempo se ha identificado la particularidad del objeto de estudio, que
es la sociedad, la cual no se encuadra dentro de los métodos y supuestos que estudian las ciencias naturales.[cita requerida]
En particular los sistemas sociales generalmente no permite la
realización de ciertos experimentos en condiciones controladas de
laboratorio y en otros casos los efectos predichos son de tipo cualitativo,
y resulta difícil establecer límites cuantitativos para dichas
predicciones. Una distinción teórica en profundidad se halla en el
artículo de Wikipedia teoría de las ciencias humanas, y también en otros enfoques epistemológicos del Diccionario crítico de las ciencias sociales.
Entre la ciencia y la filosofía
Las ciencias sociales buscan, desde sus inicios, llegar a una etapa
verdaderamente científica, logrando cierta independencia respecto del
método prevaleciente en la filosofía. En ésta coexisten posturas
opuestas respecto de algún aspecto de la realidad, mientras que en las
ciencias exactas, ello no es posible. De ahí que las ramas humanistas de
la ciencia deberían tratar de imitar, al menos en este aspecto, a las
ciencias exactas. William James expresaba, a finales del siglo XIX:
“Una serie de meros hechos, pequeños diálogos y altercados sobre
opiniones; parcas clasificaciones y generalizaciones en un plano
meramente descriptivo….pero ni una sola ley como la que nos proporciona
la física; ni una sola proposición de la cual pueda deducirse
casualmente consecuencia alguna…. Esto no es ciencia, es solamente un
proyecto de ciencia.”2
Recordemos que toda ciencia
debe establecer descripciones objetivas basadas en aspectos
observables, y por tanto verificables, de la realidad. Las leyes que la
han de constituir consistirán en vínculos causales existentes entre las
variables intervinientes en la descripción. Además, el conocimiento
deberá estar organizado en una forma axiomática, en forma similar a la ética establecida por Baruch de Spinoza.
Tal tipo de organización no garantiza la veracidad de una descripción,
sino que constituirá un requisito necesario para que las ciencias
sociales adquieran el carácter científico que tanto se busca. Mario Bunge escribió: “De los investigadores científicos se espera que se guíen por el método científico,
que se reduce a la siguiente sucesión de pasos: conocimiento previo,
problema, candidato a la solución (hipótesis, diseño experimental o
técnica), prueba, evaluación del candidato, revisión final de uno u otro
candidato a la solución, examinando el procedimiento, el conocimiento
previo e incluso el problema”.
Interdisciplinariedad
En la actualidad existen críticas a la creciente especialización y
escasa intercomunicación entre las ciencias sociales. Esto iría en
menoscabo de un análisis global de la sociedad (ver Wallerstein 1996).
En la Encyclopedia of Sociology (Borgata y Mantgomery 2000), estudia este tema: La Sociología está poco relacionada con la Psicología social, con la Historia social, con la Geografía humana, con la Política pero debería estarlo más; si está más relacionada con la Antropología cultural, con la Ecología humana, con la Demografía, con el Urbanismo, con la Estadística y con la Filosofía.
Dichas relaciones no son en su totalidad, sino en partes o sectores de
cada disciplina. La Sociología es la asignatura más abierta a otras
aportaciones del resto de las Ciencias sociales y esto lo deducen de las
recopilaciones de índices de citaciones en artículos y libros.
El proceso es que en las zonas fronterizas se van creando híbridos y
esto es lo que les da coherencia a las necesarias interdependencias o
prestaciones. La escasa intercomunicación entre disciplinas aún es más
manifiesta entre científicos sociales de los diferentes países, que
citan solamente a los de su entorno cultural, o su propio país, y
principalmente a los clásicos, cuando de hecho los grupos
latinoamericano, europeo y japonés, supera en bibliografía al grupo
inglés americano. La transdisciplinariedad es la apuesta que emerge de esta insuficiencia de las disciplinas y lo interdisciplinar.
Lista de ciencias sociales
En general, existe un acuerdo no tan razonable sobre qué disciplinas
deben ser consideradas parte de las ciencias sociales y también de las
ciencias naturales, aunque la división tradicional entre ambas es dudosa
en el caso de algunas. Por ejemplo, si bien la lingüística había sido considerada casi universalmente una ciencia social, el enfoque moderno iniciado con la gramática generativa de Noam Chomsky sugiere que la lingüística no trata tanto de la interacción social sino que debe ser vista como una parte de la psicología o la biología evolutiva,
ya que en el funcionamiento de las lenguas y en su evolución temporal
la conciencia de los hablantes o sus representaciones psicológicas no
parecen desempeñar ningún papel. Por eso mismo, algunos autores han
llegado a considerar que las lenguas son un objeto natural que se genera
espontáneamente y no por la intención deliberada de los seres humanos.
En términos generales, las ciencias sociales se pueden agrupar de la siguiente manera:4
La importancia del dibujo científico en el desarrollo de las ciencias naturales
Imágenes del Paraíso, las colecciones Mutis y Sherwood
de dibujos botánicos presenta una muestra de arte botánico representada
por los dibujos históricos de la colección "Mutis" y por la colección
contemporánea "Shirley Sherwood". Esta exposición llega a Madrid después
de haberse celebrado en el Real Jardín Botánico de Londres (Kew
Gardens) bajo el título de "Old and New South American Botanical Art",
desde el 8 de mayo hasta el 8 de agosto de 2010.
El
objetivo prioritario de la exposición es acercar al gran público a la
riqueza natural y la exuberancia de la vegetación sudamericana, y en
concreto de Colombia y Brasil, dos de los países más importantes del
mundo en biodiversidad. Además, se pretende difundir la importancia que
ha tenido el dibujo científico en el desarrollo de las ciencias
naturales, y en particular, de la botánica, sin olvidar la gran belleza y
la calidad artística de las ilustraciones que hacen que ambas
colecciones de arte se encuentren entre las más importantes del mundo en
su género, aunque muy dispares entre sí.
Con la presentación de ambas colecciones de dibujos en un único espacio
se pretende relacionar el pasado y el presente de la ilustración
botánica, mostrando su evolución histórica en el tiempo a través de dos
colecciones imprescindibles: la colección Mutis y la Colección Sherwood,
reunidas por primera vez en España para esta muestra.
En total, se exhiben 122 piezas, 62 dibujos
pertenecientes a la colección de la Real Expedición del Nuevo Reino de
Granada (1783-1816), dirigida por el gaditano José Celestino Mutis y 60
dibujos de la colección privada de Shirley Sherwood, por medio de los
cuales el visitante puede entrar en relación con la diversidad vegetal y
la ilustración científica como herramienta para el conocimiento y
aprovechamiento de la naturaleza.
La
Fundación Española para la Ciencia y la Tecnología (FECYT) convoca la
sexta edición del Finde Científico que organiza en colaboración con el
Museo Nacional de Ciencia y Tecnología. Se trata de una feria científica
anual en la que participan centros educativos, museos y centros de
investigación con el objetivo de acercar la ciencia a la sociedad.
El Finde Científico es un evento especialmente dirigido a la comunidad
educativa que promueve la realización de proyectos científicos que se
adapten a un formato ferial donde el público visitante pueda descubrir y
comprender distintos conceptos científicos y técnicos en el ámbito de
las ciencias experimentales y exactas, mediante la propia realización de
las experiencias presentadas en el stand con experimentos, técnicas,
ensayos, prácticas, simulaciones, demostraciones, presentaciones
multimedia u otros procedimientos que favorezcan la dinámica
interactiva. De este modo, los alumnos de los centros educativos
participantes, bajo la tutela de sus profesores, desarrollan proyectos
de divulgación que exponen al público durante todo un fin de semana
cumpliendo la máxima de “aprender enseñando”.
Con
motivo del Año Internacional de los Suelos que se celebra en 2015, el
Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), en colaboración
con la Sociedad Española de la Ciencia del Suelo (SECS), ha desarrollado
el sitio web www.suelos2015.es , una herramienta para dar a conocer la importancia de los suelos como recurso no renovable.
Hacen
falta cientos de años para generar un solo centímetro de suelo, los
suelos albergan la cuarta parte de la biodiversidad de nuestro planeta,
son fundamentales para la seguridad alimentaria y clave frente al cambio
climático. En esta web encontraréis una serie de iniciativas de
investigación, didácticas y de divulgación en torno al suelo en España
que intentan acercar a un público general conocimientos sobre estas y
otras cuestiones.
A nivel
internacional, la Organización de las Naciones Unidas para la
Alimentación y la Agricultura (FAO, por sus siglas en inglés) es la
encargada de llevar a cabo las acciones de este Año Internacional de los Suelos, declarado por la Asamblea General de la ONU.
“Si sabes dibujar una hoja, sabes dibujar el mundo”
En
las ciencias naturales el dibujo siempre ha tenido una importancia
tremenda. En el caso de la botánica, las típicas láminas de plantas con
sus hojas bellamente expuestas y los detalles de las flores y de los
frutos no sólo son una imagen que a muchos nos parecen especialmente
bonitas, sino que a menudo son útiles o casi imprescindibles para la
identificación de las especies. Tal es su importancia que no se concibe
la descripción de una especie de vegetal sin uno o varios dibujos que
muestren claramente los caracteres diagnósticos. Si bien conforme avanza
el tiempo cada vez es más frecuente que las fotografías sustituyan a
los dibujos a pluma, sigue siendo muy común encontrarse con magníficas
ilustraciones que son herederas de un formato pictórico desarrollado a
lo largo de varios siglos, con sus “reglas” propias, sus maestros y sus
obras maestras.
Hoy os propongo hacer un brevísimo y muy
arbitrario recorrido por algunos de los artistas botánicos más famosos
de la historia y por otros que a mí me gustan especialmente.
Como adelanto en el título, el dibujo
botánico es una mezcla de ciencia y arte, y diría que más de lo primero
que de lo segundo. Así lo pienso porque son necesarias sólo unas mínimas
dotes artísticas para conseguir un esbozo o un esquema botánicamente
útil (especialmente si se cuenta con una cámara clara),
aunque sea un churro. Sin embargo, por muy buen dibujante que sea uno,
sin los conocimientos botánicos necesarios (o la supervisión del
especialista de turno), el dibujo puede ser completamente inútil al no
mostrar los caracteres diagnósticos para poder identificar la planta,
que viene a ser la finalidad de la obra. Por supuesto, del virtuosismo
del dibujante dependerá que tengamos un simple utensilio científico o
una verdadera maravilla: hay dibujos que tienen tantísima vida que
evocan a la perfección la planta original. A lo largo de la historia nos
encontramos con muchísimos botánicos célebres que, como veremos en
breve, tuvieron la capacidad de ilustrar ellos mismos sus floras, aunque
no era nada raro que se recurriese a las capacidades de un dibujante
con el que trabajar, pero cuando éste era el caso, se trataba de gente
especialmente entrenada para el dibujo botánico, y así ocurre aún en la
actualidad: los buenos dibujantes modernos en departamentos de
universidades o jardines botánicos son personas muy especializadas en
este tipo de dibujo, sean o no biólogos.
Podríais decirme que también debería
incluir el dibujo de animales aquí, y es cierto que en gran medida
comparten tanto finalidad como desafíos, pero para mí las láminas
botánicas tienen un encanto especial. En primer lugar por la combinación
natural-artificial de muchas láminas: la planta no se dibuja como si
estuviese viva, sino que sus partes a menudo se disponen de forma
especial para que los caracteres sean visibles, y a veces hay
diseccionados ciertos órganos aparte, ¡es casi como un pliego de
herbario! (de hecho muchas láminas se dibujan directamente a partir de
ellos). Además, el dibujo de plantas es más tedioso que el de animales.
Por su naturaleza fractal, al dibujar una planta hay que repetir muchas
veces una misma parte, mientras que en el caso de los animales esto no
es así, por eso conseguir dar “vida” al dibujo de una planta es un
desafío, a mi juicio, mayor. El tercer motivo de mi preferencia es por
el regustillo histórico que tiene a sabiduría práctica, ya que durante
siglos el conocimiento de las plantas era inseparable del conocimiento
médico, y aquí es donde empieza nuestra historia…
La mandrágora (Mandragora
automnalis) fue durante gran parte de la historia occidental uno de los
pocos analgésicos potentes eficaces en los que se podía confiar.
Izquierda, según un copista del “Dioscórides”, derecha, según Ferdinand
Bauer en Flora Graeca. Doce siglos separan en el tiempo ambas formas de entender la botánica.
En efecto,
desde el principio de la humanidad, el conocimiento botánico ha estado
unido a la farmacopea: durante la mayor parte de la historia las plantas
era la única fuente de medicinas y su conocimiento y control era una
valiosísima información. Si queremos remontarnos a un punto de partida
para la ilustración botánica no nos sorprenderá que acudamos a un
tratado farmacológico, y concretamente al “kilómetro cero” de toda el
conocimiento farmacéutico: De Materia Medica.
De Materia Medica (Περί ὕλης ἰατρικής) es el título del tratado del médico y botánico griego Dioscórides,
que vivió en Cilicia (actual sur de Turquía) en el siglo I d.C.
Constaba de cinco volúmenes donde se describían hasta 600 especies de
plantas medicinales, cómo reconocerlas, dónde y cuándo encontrarlas. No
se conserva ninguna copia original de este tratado, como es lógico, pero
se sabe que contenía ilustraciones de las distintas especies.
El tratado sienta las bases de la
farmacopea europea y mediterránea y fue copiado generación tras
generación y traducido al latín o al árabe. Por eso es difícil saber
cómo eran las ilustraciones originales, ya que de los ejemplares que se
conservan hoy se deduce que en las sucesivas copias y traducciones la
calidad de los dibujos a menudo fue perdiéndose o deformándose,
dependiendo de las habilidades del copista, si bien se aprecia que en
muchos casos volvieron a hacerse dibujos a partir de muestras naturales.
El ejemplar más antiguo que se conserva data del siglo VI y se conoce
como Codex Vindobonensis 93,
o simplemente “el Dioscórides de Viena”. Está en griego con anotaciones
en árabe, y se cree que muchas de las ilustraciones son bastante fieles
a los textos antiguos. Si bien muchas son abstractas o con demasiados
elementos “mágicos”, en otras se puede apreciar el ojo botánico del
dibujante y la planta en cuestión es perfectamente identificable, si
bien es evidente que estamos en una era pre-científica.
Cannabis sativa
en el Codex Vindobonensis 93. Las capacidades del artista son
innegables, pero hay algunos errores manifiestos (esta especie muestra
una filotaxis alterna y en este dibujo es opuesta).
Muchos de las limitaciones de estos
dibujos se debían a las limitaciones técnicas del arte de la época. Los
artistas del renacimiento revolucionaron las técnicas pictóricas y eso
también tendrá consecuencias en la ilustración de las plantas. Es aquí
cuando encontraremos pintores que son capaces de dibujar las plantas con
notable maestría, como Leonardo o Durero. Un pintor que a lo mejor no es tan bueno pero que tenía mucho ojo naturalista es el Bosco; en El jardín de las delicias, por ejemplo, aparecen muchas especies de aves fácilmente reconocibles, así como alguna de plantas.
Izquierda: unos humildes yerbajos
vistos por Durero. Derecha: detalle del jardín de las delicias. No es
difícil identificar el árbol con un estupendo drago canario (Dracaena draco)
La siguiente gran revolución para la
ilustración botánica es, obviamente, la imprenta. Al no tener que copiar
manualmente los textos de los tratados farmacéuticos se plantea la
posibilidad de que tampoco las ilustraciones tengan que repetirse
manualmente, sino que de un único dibujo correctamente ejecutado puedan
imprimirse tantas copias como sea necesario mediante técnicas de grabado.
Una vez tenemos la imprenta y las
técnicas modernas de dibujo, se abre el camino de las láminas botánicas
que tanto nos impresionan. La verdadera eclosión del dibujo vegetal tuvo
lugar en Eichstätt (Bavaria), donde en el siglo XVII vivió un obispo y entusiasta botánico al cuidado de uno de los jardines más ricos que había en el mundo en ese momento. Este señor encargó a Basilius Besler la tarea de catalogar toda esa riqueza vegetal, y así nació Hortus Eystettensis,
la colosal obra que reúne más de 1000 especies de plantas medicinales o
comestibles que habitaron alguna vez en dicho jardín, ordenados según
las estaciones del año en las que florecían. Aunque Besler fue el
encargado de la supervisión del proyecto, hubo muchos artistas
implicados que hacían bocetos de las plantas vivas (detalle muy
importante) para después convertirlos en dibujos que se grababan en
planchas de cobre para imprimir en blanco y negro (y colorearse
después). La mayoría de los artistas implicados nos son desconocidos,
sólo trascendió el de un tal Sebastian Schedel, todo un virtuoso.
Unos ejemplos de las ilustraciones del Hortus Eystettensis. Aviso para bibliófilos: Taschen tiene una edición de las láminas por 20 eurillos.
Las láminas del Hortus Eystettensis
fueron la fundación de esta disciplina científico-artística. La mayoría
de las plantas se muestran con el detalle suficiente para ser
identificadas y el enfoque es muy moderno, aunque aún había un largo
camino por recorrer. Sin duda lo que piden a gritos a estas láminas es
un conocimiento más riguroso de anatomía y morfología vegetal, vamos,
que hacía falta un Linneo como el comer.
Con la botánica linneana y el
conocimiento cada vez mayor de la flora del resto de los continentes, la
necesidad de contar con dibujos precisos y útiles de plantas adquirió
su magnitud definitiva. Comienza la edad de oro de la botánica y de sus
ilustradores con cientos de plantas exóticas descubriéndose a cada
momento: era necesario describirlas, clasificarlas, caracterizarlas y
descubrir sus posibles propiedades medicinales. Los exploradores
recorriendo todos los rincones del mundo enviaban especímenes a jardines
botánicos y universidades donde una verdadera explosión de retratistas
vegetales se encargó de inmortalizar este fértil periodo de la ciencia.
Al propio Linneo no se le daba especialmente bien el dibujo, pero tuvo la suerte de poder contar con artistas excelentes, como Georg Dyonysius Ehret,
botánico y entomólogo alemán con un talento fuera de serie para el
dibujo. Ehret no sólo colaboró con Linneo para imágenes tan clásicas
como el sistema de clasificación sexual de las flores, sino que ilustró miles de láminas de floras de todo el mundo.
Unas muestras del arte de Ehret (Plantae selectae), podéis disfrutarlas aquí
Las ilustraciones de Ehret muestran todo
tipo de caracteres diagnósticos necesarios, detalles de las partes de la
anatomía y a la vez siguen siendo muy realistas porque es capaz de que
su dibujo desprenda la vida que sólo un artista es capaz de darle.
En el mundo hispanohablante también hubo muy buenos dibujantes de plantas. Tomemos por ejemplo a Antonio José de Cavanilles,
botánico valenciano. Posiblemente no fuese tan buen dibujante como
otros, pero eso de poder ser uno mismo el que ilustra sus propias obras
da mucho caché.
Pero si tuviésemos que destacar una labor de ilustración hispana de entre todas sin duda tendríamos que hacer mención a José Celestino Mutis.
Este verdadero fenómeno, todo un ilustrado, nació en Cádiz y vivió gran
parte de su vida en América donde desarrolló su trabajo no sólo como
botánico sino también como matemático o lingüista. Muchos lo recordaréis
porque su imagen aparecía en los últimos billetes de 2000 pesetas. Pues bien, Mutis encabezó la Real Expedición Botánica del Nuevo Reino de Granada,
una colosal empresa promocionada por Carlos III con distintos objetivos
científicos entre los que era de vital importancia la descripción de la
vastísima y muy desconocida flora del virreinato de Nueva Granada, que
se corresponde con las actuales Colombia, Venezuela, Panamá y Ecuador.
La importancia de esta iniciativa para el conocimiento botánico de
América central y del sur es inmensa. Duró 33 años y se describieron más
de 20.000 plantas, que se dice pronto.
Lógicamente una empresa como esta
necesitaba contar con ilustradores, y aunque el propio Mutis no se
encargó de ilustrar toda esta flora, formó a una treintena de verdaderos
artistas de la botánica que supieron conjugar arte y ciencia en
auténticas maravillas de la ilustración botánica: 6.600 láminas de
plantas, de las cuales más de 3.000 son en color suponen la guinda del
pastel a la obra de la vida de Mutis. Ninguna otra expedición botánica
de la historia contó nunca con un taller tan activo y poblado dedicado
en exclusiva a labores de ilustración. Para que os hagáis una idea de la
magnitud de esta flora, Colombia sigue aún publicándola.
Algunos ejemplos de las ilustraciones
de la Flora del Nuevo Reino de Granada. Como son obra de muy diversos
artistas, no hay un estilo homogéneo, pero detrás de todas ellas reside
la intención de formar parte de una obra muy ambiciosa en la que no se
escatimó en minuciosidad (enlace recomendado)
La lámina más famosa de esta flora es la de una planta trepadora de la familia de las compuestas a la que Linneo hijo puso el nombre de Mutisia como tributo a una vida dedicada a la botánica.
La famosa lámina de la Mutisia
que debió ser el orgullo del propio Mutis. Los tallos de esta trepadora
escriben las iniciales del genial botánico gaditano: J C M
Continuando con la ingente labor que
supuso (y supone) ilustrar las maravillas de la flora americana,
especialmente en el trópico, no se nos puede olvidar mencionar los
dibujos de Nikolaus Joseph von Jacquin,
médico y botánico holandés que desarrolló gran parte de su actividad en
Viena. Contemporáneo de Mutis, visitó en varias expediciones el área
del Caribe e inmortalizó muchas de sus plantas en unas láminas
impresionantes.
Zamia angustifolia y Haemanthus sanguineus ilustradas por Jacquin
Como podéis ver, la maestría de estos
verdaderos artistas no deja de lado la utilidad técnica de los dibujos,
con los que cada vez resulta más y más fácil identificar una especie de
planta por la calidad de los detalles.
Por si acaso dudábamos que las aptitudes
para el dibujo pueden ser al menos en parte hereditarias, dos de los
mejores ilustradores botánicos eran hermanos. No es que fuesen buenos,
es que para muchos aficionados al tema han sido simplemente
insuperables.
Aunque nacidos en Austria, ambos hermanos acabaron desarrollando su faceta artística en Inglaterra. Franz Bauer,
por ejemplo, acabó trabajando en el jardín botánico de Kew donde
ilustró obras impresionantes sobre orquídeas y helechos y dio lecciones
de dibujo científico a miembors de la realeza británica.
Detalles del helecho Woorwardia radicans, por Franz Bauer
Para mí, sin embargo, su hermano era aún mejor: Ferdinand Bauer tiene además una biografía llena de peripecias viajeras. Formó parte de la expedición de John Sibthorp
al oriente del Mediterráneo, cuyo propósito era precisamente explorar
científicamente el área donde crecían las verdaderas plantas del
Dioscórides, que bajo el Imperio Otomano seguía manteniendo muchísimas
lagunas botánicas. La obra que resultó de esta expedición, la
celebérrima Flora Graeca,
tiene tantas anécdotas que la dejaremos para un próximo post, de
momento avancemos que sus 1500 ilustraciones fueron obra de Ferdinand
Bauer y para mucha gente rozan la perfección de la disciplina que nos
ocupa. Años más tarde viajaría en otra expedición a Australia donde
continuaría su labor.
Ilustraciones de Ferdinand Bauer para Flora Graeca: Arbutus unedo, Arum dracunculus, Centaurea acicularis y Cistus cretica
Lo mismo alguno echa de menos que no haya hablado aún de Ernst Haeckel, el biólogo alemán del siglo XIX por el que siento especial predilección, incluyendo sus famosos dibujos,
de los que procede la imagen corporativa de esta santa casa. Lo
mencionaré porque me gusta especialmente, pero como ya he dicho otras
veces, Haeckel era en muchos aspectos un señor con mucha imaginación
entusiasmado por las formas de los organismos y sus simetrías. Sus
dibujos son ciertamente muy bonitos pero están demasiado idealizadas y
pierden realismo. Aunque sentía inclinación por los animales y los
organismos unicelulares o microscópicos, también ilustró plantas:
Láminas dedicadas a las plantas en “Kunstformen der Natur” de Ernst Haeckel. Trampas de plantas insectívoras de la familia Nepenthaceae, flores de orquídeas, e ilustraciones de hepáticas y musgos
Después de este recorrido por las floras
de lugares más o menos exóticos o de jardines botánicos de fuera de
nuestras fronteras me gustaría plantear la pregunta de dónde podemos
encontrar buenas ilustraciones históricas de la flora ibérica. Ya hemos
mencionado a Cavanilles, pero si tuviese que destacar al que considero
el mejor retratista de nuestras plantas creo que el que se merece una
mención especial es el alemán Heinrich Moritz Willkomm,
otro personaje frecuentemente citado de el bloj, que ostenta aún el
mérito de ser el único autor que ha conseguido completar una flora de la
península ibérica (el proyecto actual aún está por terminarse). Willkomm no sólo fue el autor de la “Flora Hispanica“, sino que también ilustró con muchísimo talento algunas de nuestras plantas más idiosincrásicas. Juzgad vosotros mismos.
Por supuesto podríamos seguir hablando de
otros muchos ilustradores. De hecho a lo largo del siglo XX y lo que
llevamos de XXI, la producción de floras de todo el mundo sigue
incrementándose y en la mayoría de los casos se cuenta con el trabajo de
ilustradores muy competentes, pero la belleza y el cuidado de los
dibujos de los siglos XVII a XIX ha dejado marca para siempre. No quiero
decir que los dibujantes modernos no sean buenos, al contrario, muchos
museos, universidades
y jardines botánicos cuentan incluso con una escuela o departamento
dedicados a una labor tan especializada, y valorada entre los botánicos y
zoólogos.
Viola willkommii, una violeta dedicada a Willkomm por De Roemer, ilustrada por el propio Willkomm y por un dibujante actual para Flora Iberica
A los estudiantes se les entrena para
analizar palabras, pero los primates son animales visuales, y las claves
para los conceptos y su historia a menudo recaen en la iconografía. Las
ilustraciones científicas no son adornos o esquemas; son el foco de los
modos de pensamiento.